WASHINGTON, DC – Esta semana, en un voto histórico de 7-1, la Corte Suprema de los Estados Unidos decidió en el caso Jam vs. Corporación Financiera Internacional (IFC), que las organizaciones internacionales como el Grupo Banco Mundial pueden ser demandadas en cortes estadounidenses.

La decisión de la Corte marca un momento clave para la IFC – el brazo del Grupo Banco Mundial que otorga préstamos al sector privado.

Durante años la IFC ha operado como si estuviese “por encima de la ley”, promoviendo proyectos irresponsables que han causado graves violaciones a los derechos humanos de las comunidades locales, dejando que estas se defiendan por sí mismas.

Organizaciones internacionales como la IFC llevan declarando por años que tienen el derecho a operar con inmunidad “absoluta”, aun cuando realicen actividades comerciales, como es el proyecto de la planta de carbón sobre el cual se construyó este caso porque apelan al estatuto correspondiente que les concede la misma inmunidad que a los gobiernos extranjeros.

Sin embargo, los gobiernos extranjeros no tienen inmunidad absoluta en las cortes estadounidenses cuando realizan prácticas comerciales, por ello la Corte Suprema rechazó su posición diciendo: “La Corporación Internacional Financiera, por esta razón, no es absolutamente inmune de demandas.”

Este caso gira alrededor de una planta de carbón financiada por la IFC en Gujarat, India. Las y los demandantes son miembros de comunidades locales dedicadas a la pesca y agricultura, y han visto su sustento de vida, calidad de aire y fuentes de agua potable afectadas por la ejecución del proyecto.

Ellas y ellos alegan que la IFC y las constructoras del proyecto tenían conocimiento sobre estos riesgos de antemano; sin embargo, decidieron realizar el proyecto sin implementar las medidas de protección necesarias.

En un principio, las y los demandantes presentaron sus preocupaciones ante el mecanismo interno de quejas de la IFC, no obstante, los directivos de la IFC ignoraron las conclusiones de su propio organismo interno.

En virtud de ello, como último recurso, las y los demandantes se vieron obligados a presentar una demanda en los Estados Unidos. EarthRights International y la Clínica de Litigio de la Corte Suprema de la Escuela de Derecho de Standford representan a las comunidades.

La oficina principal de la IFC se encuentra en Washington, DC., al igual que las demás organizaciones del Grupo Banco Mundial, porque el gobierno de Estados Unidos es el mayor accionista de este grupo.

El gobierno de Estados Unidos, durante años ha apoyado la interpretación de la ley realizada por  los demandantes, en el sentido de que las organizaciones internacionales pueden ser demandadas por sus actividades comerciales o por causar daños en los Estados Unidos.

El Departamento de Justicia y Estado de los Estados Unidos y miembros del Congreso de ambos partidos, presentaron un amicus curiae en apoyo a la posición de los demandantes.

Ahora que la Corte Suprema ha establecido que el Grupo Banco Mundial puede ser demandado, el caso regresará a las cortes inferiores para continuar con el curso del litigio.

En otro caso contra la IFC, EarthRights International representa a las y los demandantes, cuyas identidades se mantienen en el anonimato para protegerlos de represalias, el cual se espera que proceda en la Corte Distrital del Estado de Delaware.

Este caso, denominado Juana Doe et al v. IFC, involucra proyectos de la IFC ligados a asesinatos, tortura y otros tipos de violencia por grupos paramilitares y escuadrones de muerte en Honduras.

Declaraciones

“Estamos extremadamente felices con la decisión de la Corte Suprema de los Estados Unidos. Esta es una victoria inmensa, particularmente para la gente de Mundra y de otros lugares en general, donde las malas inversiones del Banco Mundial están destruyendo a las comunidades y el medio ambiente. Este es un paso inmenso para hacer responsable al Banco Mundial del impacto negativo que tienen sus inversiones.”

– Dr. Bharat Patel, dirigente del grupo de derechos de pescadores MASS, uno de los demandantes del caso.

“Estamos deleitados con esta sentencia. Esto es una victoria para todos los que han luchado durante décadas por que el Banco Mundial sea responsable por sus actos, y que han tenido enfrentamientos valientes contra proyectos financiados por el Banco, exponiendo los monumentales costos humanos y ambientales que tienen sus préstamos. Esta sentencia fortalecerá los esfuerzos de nuestras comunidades por lograr que el Banco Mundial rinda cuentas, y es un paso en la dirección correcta de hacer responsables a todas las entidades financieras.”

– Joe Athialy, Director Ejecutivo del Centro de Responsabilidad Financiera, India

“La inmunidad frente a cualquier responsabilidad legal no ayuda al desarrollo de las metas de las organizaciones internacionales. Lo que hace es ayudarlos a ser descuidadas, que es lo que pasó acá. Al igual que cualquier otra institución, desde gobiernos hasta corporaciones, la posibilidad de rendir cuentas va a motivar a estas organizaciones a proteger a las personas y al medio ambiente”.

– Marco Simons, Consejo General, EarthRights International

“Las actividades comerciales de organizaciones internacionales como la IFC pueden tener impactos significativos en la vida de norteamericanos y otras personas en todo el mundo. Celebramos la sentencia de hoy.”

– Prof. Jeffrey Fisher, Codirector, Clínica de Litigio de la Corte Suprema de la Escuela de Derecho de Standford

Antecedentes

Desde un inicio la IFC reconoció que la planta de carbón de Tata Mundra sería un proyecto de alto riesgo que podría tener impactos significativamente adversos en comunidades locales, así como en el ambiente.

A pesar de conocer los riesgos, la IFC realizó un préstamo de US$ 450 millones en el 2008 facilitando la realización del proyecto, lo que le dio una fuerte influencia sobre el  diseño y operación de la planta.

Sin embargo, la IFC no tomó las medidas razonables para prevenir los daños previstos, y para asegurar que el proyecto se realizará bajo adecuadas condiciones ambientales y sociales.

Como fue previsto, la planta de carbón causó daños significativos a las comunidades que viven a su alrededor. La construcción de la planta destruyó fuentes importantes de agua utilizadas para el consumo humano y el riego.

La ceniza del carbón ha contaminado sembríos y al pescado que se estaba secando al aire libre. Además, los niveles contaminación del aire son peligrosos para la salud humana, y ha habido un incremento de problemas respiratorios en niños y adultos mayores, particularmente.

La enorme cantidad de contaminación térmica – agua caliente que sale de la planta – ha destruido los ecosistemas marinos locales y a la población de peces, que personas como Budha Ismail Jam usaban como sustento para proveer a sus familias.

Aunque en el 2015 la ley requería que todas las plantas de carbón en la India debían instalar torres de enfriamiento para minimizar la contaminación térmica, para finales del 2017 la planta de Tata Mundra todavía no las había implementado.

Una faja transportadora de carbón de 14 kilómetros de largo, que transporta dicho material del puerto a la planta, corre al lado de aldeas locales y cerca de terrenos de pesca. El polvo de carbón que sale de la faja, vuela y contamina los pescados que han sido dejados por los pobladores al aire libre, reduciendo su valor, dañando la producción agrícola y cubriendo casas y propiedades privadas.

El mecanismo interno de la IFC para quejas, el Asesor de Cumplimiento Ombudsman (CAO), presentó un informe determinante  en el 2013, confirmando que la IFC había fallado en asegurar que el proyecto de Tata Mundra cumpliese con las condiciones sociales y ambientales necesarias para obtener un financiamiento por esta institución. Las fallas fueron cometidas prácticamente en cada etapa del proyecto. La CAO finalizó su informe solicitándole a la IFC que tome medidas correctivas inmediatas.

La administración de la IFC respondió el informe de la CAO, rechazando la mayoría de sus argumentos e ignorando otros. En un reporte de seguimiento del 2017, la CAO observó que la IFC seguía sin cumplir y que no tomó ninguna medida significativa para remediar la situación.

Los daños sufridos por los demandantes son particularmente lamentables cuando se considera que el proyecto no era rentable desde un principio.

De hecho, en el 2017, Tata Power comenzó a tratar de liberarse de la mayor cantidad de acciones del proyecto, vendiéndolas  por la suma de una rupia (que  equivale a 0.014 centavos de dólar), debido a las pérdidas que han  tenido y seguirán teniendo. Además, la planta solo funciona a un quinto de su capacidad, en parte, porque en la India hay una sobreoferta de electricidad.