A comienzos de julio de 2015, el equipo de abogadas y antropólogas de ERI Perú participó del Encuentro de la Red de Mujeres Defensoras de Derechos Sociales y Medioambientales realizado en Quito.
El evento fue una excelente oportunidad para conocer las valientes historias y frustrantes testimonios de mujeres indígenas defensoras de los derechos humanos y el medioambiente provenientes de Honduras, Guatemala, México, El Salvador, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Chile y Uruguay.
Esta red internacional nació con el propósito de visibilizar los impactos de la minería sobre las mujeres, apoyar sus luchas, cuestionar el sistema colonizador de los pueblos, sus territorios y la naturaleza, y el voraz saqueo de los recursos minerales en beneficio de las corporaciones mineras.
Los detalles de cada historia varían según el tipo de represión, actividad extractiva, afectación de los territorios, daños ambientales y a la salud humana. Pero una cosa tienen en común: sus adversarios siempre las califican de “locas y brujas que defienden a unos pocos pelagatos”.
No es noticia que las actividades extractivas a gran escala como el petróleo y la minería provocan daños ambientales irreparables. Muchas veces, estas industrias vienen acompañadas de conflictos sociales, acciones de resistencia y campañas de cabildeo por parte de las comunidades afectadas.
También ellas se movilizan para visibilizar situaciones de tremenda injusticia social a nivel internacional. Con ERI esta semana solicitaron una audiencia temática a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos para dar a conocer la situación de represión que viven las mujeres defensoras en el Ecuador.
Muchas compañeras cuentan que se vieron obligadas a jugar un rol público más protagónico frente a la frustración por la creciente corrupción de los líderes hombres, quienes “son capaces de vender su conciencia y nuestras tierras”.
Las mujeres salen a la calle con sus wawas en las espaldas, dejando otros hijos pequeños en casa y sus chacras desatendidas para defender los territorios.
Si para los líderes, abogados y activistas hombres la defensa de los derechos humanos y el medioambiente es un camino plagado de retos, las defensoras enfrentan esos mismos retos y muchos más, por el hecho de ser mujeres.
La visita a Ecuador me hizo pensar que, como mujeres, no debemos esperar que un príncipe azul, verde o rojo salve a la Madre Tierra. Somos defensoras desde que dejamos de preguntarnos, como en el Chapulín Colorado, “Y ahora, ¿quién podrá defendernos?” Quizás los críticos no contaban con nuestra astucia. Pero nosotras sí. Contamos con nuestros propios saberes de locas y brujas, de madres y abuelas, gordas y flacas, sanas y enfermas, y las mil formas en que decidimos ser mujeres defensoras.