El pasado 13 y 14 de abril, se celebró en Lima la VIII Cumbre de las Américas, evento que congrega a los jefes de Estado cada tres años a definir una agenda conjunta para el continente Americano. No obstante, el programa oficial de la Cumbre inició, previo a la reunión de los mandatarios, con reuniones de los pueblos indígenas, la sociedad civil y actores sociales, empresarios, y jóvenes.
Por lo tanto, la agenda oficial abrió desde el martes 10 de abril con el Foro de Pueblos Indígenas, al que acudieron alrededor de 300 líderes y lideresas indígenas de todo el hemisferio.
En esta reunión, la reflexión y el diálogo giraron en torno a tres temas:
- El Sistema de Gobierno y Democracia Participativa donde se abordó la Institucionalidad Indígena y su inclusión en los gobiernos, la justicia indígena, y la autodeterminación y autonomía;
- Tierra y Territorio enfocado desde el derecho de consulta y consentimiento previo, informado, libre, de buena fe y culturalmente adecuado, los estudios de violación y mega proyectos, acumulación por despojo, y defensores de la tierra y su criminalización;
- Economía Indígena Solidaria y el Buen vivir orientado en planes de vida indígena y soberanía alimentaria indígena.
Aunque fue un evento oficial, no fue impedimento para que los pueblos indígenas manifestaran su rechazo e inconformidad frente a la exclusión realizada por parte de los Estados, poniendo en evidencia la asimetría política y de poder que existe entre el gobierno y los pueblos indígenas. Rechazaron de manera vehemente el modelo económico extractivo que viola sus derechos y destruye la Madre Tierra, la falta de reconocimiento como pueblos autónomos y soberanos, y la institucionalización de prácticas y políticas corruptas que favorecen a empresas trasnacionales que vulneran sus derechos, esto último siguiendo la temática central de la Cumbre “Gobernabilidad democrática frente a la corrupción”.
Por esto, entre las principales demandas a los Jefes de Estado de las Américas, están asegurar el derecho a la propiedad del territorio ancestral integral y el reconocimiento de la propiedad colectiva; la derogatoria de las normas nacionales que son contrarias a las obligaciones y estándares internacionales relativas a los Pueblos Indígenas, en especial sobre consulta previa y consentimiento; el respeto a la libre determinación, autonomía y autogobierno; la participación real de los pueblos indígenas dentro de la estructura del Estado; y la cesación de la criminalización y estigmatización de autoridades y miembros de pueblos indígenas por ejercer su autoridad, funciones jurisdiccionales y proteger sus territorios.
El resultado del Foro fue una declaración de los Pueblos Indígenas ante la VIII Cumbre de las Américas, la cual fue presentada en la reunión de los mandatarios. Estos a su vez en su escrito de compromisos, manifestaron frente a los pueblos indígenas:
“Reconocer las contribuciones positivas de los pueblos indígenas y sus valores y principios tradicionales, así como los aportes de las comunidades afro descendientes, para mejorar la eficiencia, la eficacia y la transparencia de la administración pública, generando conciencia en favor de la lucha contra la corrupción”.
Lo anterior, no solo es insuficiente para solucionar la crisis de la gobernabilidad democrática que atraviesan muchos países del continente americano sino que da cuenta la falta de un compromiso real y efectivo para la inclusión de las voces y demandas de los pueblos indígenas. Mientras estos espacios sigan marginando voces esenciales como la de las y los líderes indígenas, el camino hacia la construcción de sociedades verdaderamente multiculturales, respetuosas de los derechos y libertades de todas y todos quienes habitamos el continente seguirá en deuda.
Aplaudimos que continúe la inclusión de los pueblos indígenas en el programa oficial de la Cumbre de las Américas, pero seguimos esperando una Cumbre donde los jefes de Estado no solo tomen nota de las exigencia de los Pueblos Indígenas sino acciones plasmadas en compromisos, una cumbre donde los pueblos originarios sean los protagonistas y los líderes indígenas sean tratados como iguales frente a los mandatarios, una cumbre para los Pueblos Indígenas.